“Si pudiera aconsejarte algo, te diría que seas terco, constante e imparable. Que confíes, sobre todo en ti, pero ante todo, que los límites te los pongas tú”
En días pasados navegando por las redes sociales, encontré en uno de los grupos de WhatsApp a los que pertenezco, integrado por personas con discapacidad visual jóvenes en su gran mayoría, un mensaje que me atrajo poderosamente la atención, de manera muy especial me enfoqué en los jóvenes que tienen una discapacidad, sea cual sea la que tengan.
Al analizarlo más a fondo me di cuenta que también aplica para los que tenemos una discapacidad y no somos jóvenes, que tenemos aparentemente un camino recorrido, por mucha experiencia que tengamos, por mucho que hayamos logrado, siempre hay algo adicional que hacer, algo que arriesgar, mucho que intentar y lograr.
El siguiente es el mensaje que como mencioné al principio me impactó al leerlo, espero que en ustedes cause el mismo efecto.
“Para aquellas personas con discapacidad, Yo sé cómo te sientes, lo entiendo perfectamente”
Yo sé cómo te sientes al ver que tus hermanos, amigos y familia hacen vidas cotidianas normales. Y tú no.
Yo sé lo que se siente que en la escuela todos se incluyan en un equipo rapidísimo para trabajar. Pero tú no.
Yo sé lo que se siente ver a todos ir a una fiesta, conducir, tener un empleo o hasta independizarse. Y a ti, con trabajo y te dejan tener privacidad 5 minutos, o no puedes cocinar, o tienen que llevarte y traerte a todos tus compromisos.
Escuchar en tu casa frases como: ¿Quién lo o la lleva? Y ver cómo todos se pasan de un lado a otro la tarea de, como dicen ellos, llevarte.
Que te llamen rebelde, que te digan que todo se te hace fácil y que no comprendes lo peligroso, hostil y horrible que es el mundo. ¿Y cómo vas a saberlo si ni siquiera lo puedes experimentar?
Que a todos se les hace más fácil que te quedes ahí sentadito mientras todo el mundo hace todo por ti, porque no pueden o no quieren darse el tiempo para enseñarte, guiarte e impulsarte a que te conviertas en un ser humano autónomo y pleno.
Que llegue un momento donde, de tantos “no” que te dan, pierdas las ganas y el impulso de preguntar, de buscar salir de ahí, de creer en que puedas ser tú, hacerlo por ti y para ti.
¿Sabes qué? Claro, claro que te entiendo.
¿Y sabes qué? Se puede. Con mucho esfuerzo, muchas preguntas, un círculo bonito y toda la valentía que puedas, pero se puede.
Pelearás contra viento y marea, llorarás de frustración cuando algo no te salga o de alegría cada que des un pasito más, aprenderás muchísimo y crecerás. Pero si te aferras, si nunca paras de buscarlo, lo lograrás. Créeme, yo lo hice.
Y sí, todos tenemos circunstancias muy diferentes. El camino que yo estoy recorriendo tal vez sea distinto al tuyo, pero sea cual sea, te lo digo de verdad: No pares: A tu manera, lo vas a conseguir.
Esa plenitud, esa felicidad, esa libertad de vivir como mejor te plazca.
Soy ciega total, carezco por completo del olfato y mi oído izquierdo casi no funciona. Mi sueño siempre fue vivir sola. Todos me dijeron que no, que siempre necesitaría de alguien que me cuidara. Y aquí estoy, 9 meses después y siendo más plena y más feliz que nunca.
¿Y sabes? Mi familia también lo está. Ahora que me ven, me lo han comentado: Que fue la mejor decisión, que observan el cambio en mí, que me ven contenta, autónoma y que prefieren esto a verme encerrada en casa, apagándome poco a poco.
Hay que comprender que no pueden estar con nosotros toda la vida y tenemos que prepararnos para ello.
Y para mí, esto es lo mejor que me ha podido pasar: Demostrarme a mí misma que se puede, claro que se puede. De una u otra manera, pero siempre se puede.
No te rindas nunca; la independencia es complicada de conseguir, y más en países donde la cultura de la discapacidad no es tan visible.
Creo que aún me falta mucho por aprender, pero si pudiera aconsejarte algo, te diría que seas terco, constante e imparable. Que confíes, sobre todo en ti, pero sobre todo, que el límite lo pongas tú.
No es de mi autoría pero espero y sea de su agrado.
Reflexión final
Al leerlo una y otra vez, me di cuenta que si se entiende en toda su amplitud, también aplica para las personas que sin tener una discapacidad, están en una zona de confort en la que los demás hacen todo por ellos, cuando no tienen ninguna limitante para realizarlo.
El mundo actual en el que nos desenvolvemos nos exige ante todo una actitud proactiva, no se valen justificaciones de que por la edad, por qué no me alcanza el tiempo, por flojera, por comodidad o por la causa que sea, perder lastimosamente nuestro tiempo, nuestro día a día, nuestra vida al fin.
Artículo escrito por José Antonio Anguiano Cortés, que se publica en el blog HIT – Hagamos de la Inclusión un Todo, bajo la responsabilidad del autor.
Estupendo articulo y que reflexión tan acertada
Estimado Diego, agradecemos mucho tu comentario y la forma de expresarte del mismo, de manera especial nos agrada saber que la reflexión final resultó aún más de tu agrado, para nosotros es uno de nuestros principales objetivos con nuestros artículos. Saludos cordiales.
Que excelente articulo acabo de leer, es la manera mas clara de explicar la empatia pero desafortunadamente al ser humano nos cuesta mucho entender y no se diga vivir este valor con los demás, solemos decir ¡claro que te entiendo!, Pero de dientes para fuera.
Muy buen artículo Toño, gracias por compartir 😊
Estimada Lilia, muchas gracias por no solo leer nuestros artículos, sino además darnos a conocer tu opinión de los mismos, nos agrada mucho saber que te gustó y que deja una enseñanza el contenido d Salel artículo al que te refieres. Saludos cordiales