UNA COPA DE VINO

Adaptación: José Córdoba Tapia

Persona con Discapacidad Visual

Foto de Ali Karimiboroujeni en Pexels

Aquella tarde, cuando el sol empezaba a perderse por el horizonte, y la noche lentamente se iba apoderando de todo, el viejo matrimonio descansaba plácidamente en los mullidos sillones de la elegante sala; él, allá, al fondo de la estancia, leyendo ávidamente el diario, el cual sujetaba con su mano derecha, mientras que con la izquierda, sostenía una taza conteniendo un aromático café; ella, con su mano por todo lo alto, sosteniendo una copa de vino, cómodamente sentada en el sofá, ubicado en la parte contraria, se limitaba a sorber de manera espaciada el contenido de la copa.

El silencio era el único punto de encuentro entre los dos, si acaso, de cuando en cuando se escuchaba el leve ruido que provenía del diario, cuando él daba vuelta a la página; en el caso de ella, no se generaba ningún sonido cuando se llevaba la copa a la boca, sin embargo, era muy notorio el gesto de placer que la invadía cada vez que su paladar y su garganta disfrutaban del exquisito sabor del vino.

En tanto, en una de las paredes, a un lado de la chimenea, se podía observar en el antiguo reloj de péndulo, cómo las manecillas pronto anunciarían la hora de cenar.

De pronto, y a voz alta, la espigada mujer empezó a hablar sin bajar la mano, ni soltar la copa un solo instante: ¡Quiero darte las gracias por tantos años de compañía! ¡En mis momentos más difíciles siempre has estado a mi lado! ¡Cuando te conocí, nunca imaginé la dicha tan grande que me brindarías! Acto seguido, la mujer se lleva la copa a la boca, y después de un sorbo vuelve a poner la mano en lo alto, la copa de tan excelente manufactura, destellaba con los fulgurantes tonos de luz.

Enseguida, con voz firme y decidida, continuó con su perorata: ¡No sé qué voy a hacer el día que ya no estés a mi lado! ¡Cómo pagar tantos momentos de alegría! ¡Lo único que puedo decirte en este momento es lo mucho que te quiero!

El marido, desde el otro lado de la estancia, sorprendido, levantó un poco el rostro, haciendo a un lado el diario, y mirando fijamente a su esposa por encima de sus anteojos, apenas si atinó a decirle: ¡Nunca me habías dicho eso! ¡Me alagan tus palabras!.

La esposa, mirándolo fijamente, al tiempo que ponía su mano frente a ella con la copa conteniendo todavía algo de vino, se limitó a contestarle: ¡No estoy hablando contigo! ¡Estoy hablando con el vino!

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4 comentarios sobre “UNA COPA DE VINO

  1. Tristemente dejamos pasar los mejores momentos y los cambiamos por esa copa de vino o un café.
    El tiempo no regresa, si estás a tiempo corrige.
    Gracias por cada publicación, son muy gratificantes e ilustrativas

    1. Estimada licenciada, muchas gracias por su comentario, estamos plenamente convencidos de lo que usted nos manifiesta, nunca es tarde para retomar el camino y darle importancia a las cosas que realmente la tienen. Saludos cordiales

    1. Hola Verónica, gracias por tu comentario, nos gusta mucho el enfoque que le das de que no solo nos hace reflexionar sino que además tiene ese toque de humor tan importante en estos tiempos difíciles que vivimos. Saludos afectuosos.

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