Las piñatas, infaltables en una posada tradicional.

“Dale dale dale no pierdas el tino, porque si lo pierdes pierdes el camino”

Una de las tradiciones más bonitas de la época decembrina, en los 9 días previos a la navidad son las tradicionales posadas, motivo más que suficiente para reunir a familias enteras para disfrutar de estos momentos tan especiales, tan particulares, tan llenos de un sabor navideño.

Son envidiables las familias que aprovechan estos días para estrechar más sus lazos de cariño, de hermandad, de un auténtico amor familiar, distribuyéndose cada una de las posadas diarias.

Las posadas desde mi punto de vista, más aun cuándo se realizan en la forma tradicional, sirven en gran medida para que en una familia se aclaren sin palabras ni discusiones malos entendidos, para que se olviden rencores y resentimientos, que se suavicen posibles asperezas que puedan existir, en fin, son el camino perfecto para esperar más unidos que nunca la llegada del Niñito Jesús a nuestros corazones.

Parte fundamental de las posadas son las clásicas piñatas, de las que existe un gran desconocimiento acerca de su origen, todos nos concretamos a darle de palazos hasta romperla. Veamos juntos cual es el origen de la piñata, para lo cual les pedimos dejen a un lado el palo, no vayan a romperla antes de terminar nuestro relato.

¿Cuál es el antecedente más antiguo que se conoce?

Uno de los primeros antecedentes que se conocen de las piñatas, es que se originaron en China, donde los registros muestran que el explorador italiano Marco Polo observó figuras de vacas, bueyes y búfalos cubiertos con papel de colores para celebrar el Año Nuevo Chino, así quedó documentado cómo la gente golpeaba con fuerza estas figuras con palos de varios colores hasta que salieran semillas de estas “piñatas chinas”.

Marco Polo ha sido considerado como la persona que llevó esta tradición a Italia.

Cuando las piñatas llegaron a Europa en el siglo catorce, se adaptaron a la celebración de la Cuaresma, el primer domingo se convirtió en Domingo de Piñata. En Italia, la palabra “pignatta” significa olla frágil. Esta tradición luego llego a España, donde al primer domingo de Cuaresma se le llamó “Danza de la Piñata”. En España se usaba una olla de barro que era decorada con cintas y se le añadían papeles con flecos y se envolvía alrededor de la olla

Un antecedente muy importante en México

Para algunos historiadores la tradición de la piñata en México se originó de los antiguos mayas y aztecas, quienes jugaban a un juego que consistía en romper una olla de barro que se balanceaba por medio de una cuerda, con los ojos vendados. Estas ollas de barro se colocaban en un poste en el templo que en ocasiones se llenaba de granos o frutas que representaban la abundancia o los favores otorgados por el dios.

A la llegada de los españoles a México, los misioneros también trajeron la versión europea de la piñata que se utilizó para atraer a los nativos a sus ceremonias católicas.

La piñata como la conocemos hoy fue introducida por los misioneros españoles en México alrededor del mismo tiempo en el que las posadas se originaron en Acolman de Nezahualcóyotl, Estado de México. Las primeras piñatas originalmente tenían la forma de una estrella con siete picos. Cada pico representaba los siete pecados capitales y los colores brillantes de la piñata simbolizaban la tentación.

En las tradicionales posadas, niños y adultos se divierten por igual golpeando con singular alegría la piñata hasta que se rompe y los dulces y juguetes que están dentro de ella caen al piso, es el momento en que todos nos abalanzamos para tratar de ganar la mayor cantidad de los artículos que celosamente guardaba en su interior, hasta que a fuerza de los golpes recibidos se partió en mil pedazos.

Afortunadamente las piñatas siguen conservando su característica forma de la estrella de los siete picos, con el significado que líneas arriba comentamos;  aunque en los últimos años han fabricado piñatas de diversas formas, figuras y representaciones de personajes famosos, que al no ser bien vistos, se convierten en el blanco perfecto para tundirlos a palazos.

Comentario final.

Ahora que ya conocemos el origen de las piñatas podemos romperla con toda tranquilidad y alegría, para los que ya somos adultos, que sea el momento propicio para dejar que nuestro “yo niño” se divierta al máximo.

Otro aspecto que me parece importante resaltar, es que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para que las tradicionales posadas sigan siendo un hermoso momento de reunión familiar.

Artículo escrito por  José Antonio Anguiano Cortés, que se publica en el blog HIT – Hagamos de la Inclusión un Todo, bajo la responsabilidad del autor.

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