Estamos a unos días, minutos, segundos de que termine el año 2022, un año que para muchos habrá sido extraordinario, para otros bueno, para algunos regular y no faltará el que diga que el 2022 fue un año realmente malo, definitivamente, cada quien habla de la feria según le va en ella.
En mi opinión muy personal, un año como lo fue el 2022 por sí solo no es más que eso, un año, compuesto de 365 días, o si lo prefieres 8760 horas, o mejor aún 525 mil 600 minutos, o si lo quieres ver más exagerado 31 millones 536 mil segundos y yo me pregunto que hicimos cada uno de nosotros con ellos.
Para encontrar una respuesta y saber que hicimos, es necesario hacer una revisión muy personal, muy nuestra, muy íntima, pero que debe tener una característica muy especial, que se llama honestidad.
Si el análisis lo hacemos con toda honestidad y tratamos de escudriñar hasta lo más profundo de nuestra conciencia, seguro estoy que encontraremos grandes verdades, situaciones que seguramente nos provocarán un momento de reflexión al darnos cuenta de lo mucho que dejamos sin hacer y lo que es peor aún, cosas que ni siquiera intentamos hacer.
Pero ese análisis no servirá de nada si no va acompañado de un compromiso total y genuino de cambiar todo aquello que podemos y debemos cambiar, buscando ante todo que en el nuevo año seamos cuando menos un poco mejor que el año que termina.
Pero también que importante resulta identificar las cosas buenas que hicimos a lo largo del año, lo que nos debe de motivar al darnos cuenta que si somos capaces de hacer acciones buenas e intentar incrementarlas.
El año 2022, fue un año que nos brindó la oportunidad de poner en práctica todo lo que nos vimos obligados a vivir en el 2020 y 2021 al enfrentarnos a una situación totalmente inesperada, como fue la pandemia de covid-19, desafortunadamente no todos capitalizamos ese aprendizaje, y volvimos a caer en los mismos errores y no pusimos en práctica algo de lo que supuestamente experimentamos en carne propia y con nuestros seres queridos, amigos y conocidos.
Para despedir el año viejo y recibir el nuevo tendremos nuestra tradicional cena, en ella habrá abrazos, buenos deseos y parabienes, además de los infaltables propósitos para el año que inicia.
Esos cuatro elementos que he mencionado deben ser los cimientos sólidos en el que se base nuestro actuar en el 2023 y son:
- El resultado del análisis del 2022 con todo aquello que debemos mejorar.
- La identificación de las cosas que hicimos bien y que debemos mantener y si es posible reforzar.
- El plan de acción para mejorar lo que no hicimos bien en el 2022.
- Los propósitos que nos hagamos para el 2023.
Hasta aquí mi reflexión personal relacionada con la despedida del 2022 y la bienvenida del 2023, espero haya aportado algo a cada uno de ustedes, en lo personal haré todo lo que esté a mi alcance para ponerlo en práctica.
Ahora quiero compartir con ustedes un cuento que he escrito y que se llama:
El milagro de fin de año
Juan Pablo y Carlos eran dos amigos que desde la infancia fueron inseparables, vivían en el mismo barrio, estudiaron juntos hasta que ambos terminaron la misma carrera, practicaban deportes juntos, tenían las mismas aficiones y pasatiempos.
Pero aunque vivieron juntos gran parte de su vida, eran muy diferentes; Juan Pablo era amable, trabajador, muy responsable y con valores muy sólidos. Carlos por el contrario, si bien es cierto que era trabajador y responsable, tenía muy mal humor y sus valores y creencias se inclinaban más por lo superficial.
Les gustaba mucho salir juntos y acampar en un alejado lugar lejos del bullicio de la ciudad, una noche de finales de diciembre se encontraban en lo más oscuro y alto en una hermosa montaña, que a veces se iluminaba con la pálida luz de la luna, esa noche estaba nublado, por lo que lo negro de la noche se adueñó de todos los espacios, cuando se disponían a dormir, vieron sorprendidos una intensa luz y escucharon una voz que los atrajo de inmediato y les dijo lo siguiente:
– ¡He venido a traerles un regalo de Año nuevo! Aquí tienen un libro para cada uno de ustedes y los espero el próximo año en este mismo lugar, deben traer consigo el libro en las condiciones que se encuentre.
Ambos amigos tomaron cada uno de los libros que de manera mágica aparecieron a su alcance, al abrirlo se percataron que los libros estaban en blanco, no tenían nada escrito, ni dibujo alguno.
Juan Pablo no podía creer lo que les había pasado por lo que le propuso a Carlos que lo utilizaran como un diario, anotando cuando menos una acción buena que se comprometían a realizar diariamente; idea que no fue del agrado de Carlos que le dijo tú has lo que quieras con tu libro, yo seguramente regalaré mi libro al primero que me encuentre, mientras la oscuridad se hacía presente nuevamente.
A finales del mes de diciembre del siguiente año, Juan Pablo le recordó a Carlos la cita que tenían, este en tono burlón y de mal humor le contestó, no me digas que creíste que nos va a esperar alguien a quien ni siquiera pudimos ver, mucho menos identificar.
Más a fuerzas que de ganas, Carlos aceptó ir con Juan pablo al lugar indicado, los dos llevaban su libro, ya que aunque Carlos amenazó con regalarlo, no lo había hecho, pero se olvidó completamente del libro y lo llevaba en blanco, tal y como lo recibió.
Esa noche cuando se disponían a dormir, la indescriptible luz iluminó con gran intensidad el lugar en el que se encontraban, al tiempo que escucharon esa voz maravillosa, que les pidió que dejarán su libro al pie de un enorme y frondoso árbol.
El libro de Juan Pablo estaba como nuevo. El de Carlos estaba todo maltratado y descuidado, reflejando el abandono en el que lo tuvo todo el año.
Entonces la voz que sin querer los motivaba a obedecerla, les dijo que vieran cada una de las hojas de su libro, el de Juan Pablo estaba lleno de hermosas letras de oro y bellas imágenes; por el contrario el de Carlos estaba lleno de manchas negras sin forma alguna.
La voz tan especial les dijo que las manchas del libro de Carlos era su reflejo, que durante el año no realizó ninguna obra buena, ni se esforzó por ayudar a los demás; mientras que las hojas del libro de Juan Pablo estaba escrito en letras de oro, cada día del año realizó una acción buena y procuró ayudar a quienes lo necesitaban.
Juan Pablo quería quedarse con su hermoso libro, pero la poderosa voz le dijo que no podía ser, porque aquellos libros tenían que ir a la biblioteca celestial.
A cambio, la voz les indicó que a su alcance estaban dos libros nuevos, uno para cada uno ambos con las páginas en blanco, que era el regalo de fin de año para que al igual que la vez pasada, hicieran con él lo que cada uno quisiera.
Carlos entendió el mensaje divino, y se prometió a sí mismo que haría un cambio total en su actitud, ayudando a las personas que lo necesitaran, para que su libro estuviera lleno de letras doradas al año siguiente.
Juan Pablo aseguró que se esforzaría por mejorar más, convencido d que siempre hay algo que mejorar y alguien a quien ayudar y apoyar.
A partir del primero de enero del 2023 cada uno de nosotros tendremos a nuestra disposición un libro con las hojas en blanco para que con nuestras acciones diarias dejemos huella en nuestro libro de vida, recordemos que nosotros la pintamos del color del pincel que queremos.
Aprovechemos este fin de año para analizar con toda honestidad qué actitudes debemos de cambiar, que tenemos que hacer para encontrarle sentido a nuestra vida, llenemos de letras de oro y bellas imágenes el libro de vida con 365 hojas y hagamos de cada una de ellas un maravilloso día.
Feliz año nuevo.
Reflexión final
Quienes integramos el equipo de HIT – Hagamos de la Inclusión un Todo, María Eugenia, Karina, Patricia y José Antonio deseamos a nuestros queridos lectores y grandes colaboradores que el año 2023 sea un año lleno de bendiciones, salud, logros, retos, objetivos y mucha felicidad, entre mil cosas más, pero sobre todo esperamos tener la gran oportunidad de seguir contando con su preferencia y participación.
Artículo escrito por José Antonio Anguiano Cortés, que se publica en el blog HIT – Hagamos de la Inclusión un Todo, bajo la responsabilidad del autor.